martes, marzo 11, 2008

Eterna condena
Gira, el todo gira sin que le importe nada.
Nadie hace algo para intentar detener lo inevitable.
Suelas se gastan al ritmo de palabras,
Manos se entrelazan, dedos se abrazan.
Se cortan tallos tras una sonrisa, ¿habrá esperanza?
En su juicio, la vida me condenó;
Me dio a la noche, que en su oscuridad me alberga, pero sin sueños.
Me entregó al día, y a vivirlo completo, despierto.
A todo eso le sacó tu amor.
Pensé nada importa, me mentí con un “ya no siento”.
Alguien me dijo alguna vez “nada es eterno".
Se olvidó del sentimiento, no conoció tu amor, no sufrió mi condena.
La estupidez toma forma
Sus orejas puntiagudas se apartaron de mi sombra,
Tomaron su propia forma.
Estaban ahí, detrás de mí,
Mis oscuros pasos seguían.
El ritmo se acelera, la adrenalina se condensa,
Y un frío rocío humedece mi piel.
Mi alma viene a buscar, pensé.
¿Pero qué le puedo importar a Satán?
Si solo, ya sin sentimientos, por este mundo se vagar.
Su amigo Dios, con sus falsas promesas, me los exterminó,
Son socios en este perfecto terror.
Opuestos pensados el uno para el otro.
Esperaba su mano en mi hombro pero nunca llegó.
La sombra me seguía fiel,
Como si fuera un perro rastreador.
En el paño de baldosas, el límite que propusieron la luz y mi sombra
Terminó excluyendo sus afiladas orejas.
¿El Diablo será solo eso?
La sombra y el miedo que propone la estupidez cristiana…